domingo, 12 de febrero de 2012

Frío


Son exactamente las doce de la noche, no sé cómo he llegado a este extraño pasaje, miro al final de la calzada y no veo a nadie, oigo ruidos extraños tras de mí, las sombras se mueven a medida que avanzo. Veo portales en los que dudo que viva gente desde hace décadas, son edificios altos y oscuros, el paseo es muy estrecho. Realmente no se como puedo distinguir nada en esa penumbra, no sé ni donde piso. Oigo estruendos de balas y gente gritando. A medida que avanzo siento que la calle se hace más larga, pongo la mano en mi revólver, me siento inseguro. Llego a lo que parece un café teatro que ha sido abrasado por las llamas, está calcinado por completo, tan solo queda su estructura. Por fin veo algo, se trata de un farolillo negro y oxidado con una leve llama en su interior, me caliento las manos. Veo a uno de esos insufribles soldados con las manos llenas de sangre, seguramente habrá matado a algún civil, siempre lo hacen; se dirige hacia mí, me escondo en la oscuridad, el tiro es preciso y mortal, en la sien, ni lo sintió. Salgo corriendo, seguramente habrán oído el disparo.

Rápidamente me escondo en un portal abandonado. Me tranquilizo, miro las balas que me quedan en el tambor y reposo mi dedo en el gatillo. Ahí llegan, cuatro soldados más, son demasiados para usar el revólver, saco mi cuchillo, espero a que uno me vea, no le da tiempo ni a gritar, se lo clavé en la garganta para que no estipulara ningún tipo de sonido; al segundo se lo clavo en el corazón, mala idea, suelta un corto grito antes de morir, noto el calor de la sangre que me cubre las manos. Saco el revólver con la otra mano y guardo el cuchillo, un escalofrío recorre mi espalda al apretar el gatillo, atravieso el cráneo del tercer soldado. El cuarto soldado queda directamente con la cara desfigurada por completo, murió en el acto.
Aunque digan que cuando matas a alguien todo ocurre a cámara lenta, no es para nada cierto, ocurre todo sorprendentemente rápido; cuando acabas es cuando te das cuenta de todo lo que te rodea, de la sangre del enemigo que cae por tus prendas como si de una lluvia sangrienta se tratara, de la fría calle en la que estás de pie rodeado por cinco cadáveres sin vida.

Recuerdo, los soldados a los que maté tenían sangre en las manos, han tenido que hacer algo malo, corro al final de la calle.

domingo, 5 de febrero de 2012

El teatro de la vida



La vida es una escenario en el que todo el mundo quiere actuar, los actores vienen y se van. Todos hacen su gran actuación. Hay comedias, tragedias, obras románticas, largometrajes, cortometrajes;  al final el público juzga, cuando un actor se va, el público llora, se alegra, otros quieren ser como el actor que acaba de salir, pero cuando realmente sabes que tu actuación ha sido una gran obra maestra, es la obra en la que cuando marchas del escenario el público aplaude , llora y quiere ser como tú.

Vive la vida como si se tratase de una obra de teatro y deseases ese final.