martes, 4 de octubre de 2011

Penumbra



Tumbado, tapado con la manta, empiezo a notar la oscuridad, un sueño profundo me invade por completo. Empiezo a soñar, un sueño sin más, tranquilo, ningún sobresalto: algunos niños corren en una calle mientras juegan a juegos que parecían divertidos, pero carecían de sentido.  De pronto, despierto, noto que la sábana está humedecida por el sudor, las sábanas están revueltas y descolocadas, siento el frío, no me gusta esa sensación. Esa oscuridad que antes me ayudó a dormir ahora me despierta de la manera más brusca posible. El miedo me invade sin saber por qué. Coloco las sábanas con nerviosismo, me incorporo débilmente, empiezo a distinguir algunas formas en la penumbra, me da miedo la idea de ver siluetas u otros objetos que no correspondan a mi recuerdo de la habitación; el miedo me paraliza, estoy en tensión, pero sin embargo, mi sueño puede con el miedo y retorno al sueño en el que todo iba bien. Amanece.